ES LA LIGA DE MAYOR % DE EQUIPOS DE ALTURA EN EL MUNDO.
EL 69% DE LOS EQUIPOS SON DE ALTURA MAYOR A LOS 2.500.
Solo Barcelona, Emelec, Guayaquil City, Delfín y Fuerza Amarilla.
Estos equipos del llano de los 30 partidos 11 los juega en la altura. 36% de los partidos.
Deben tomarse las precauciones del caso. Se necesita una semana de adaptación por cada mil metros de ascenso o, de lo contrario, ir, jugar y volverse para que los efectos aparezcan recién sobre el final del partido
En cuanto a los «comportamientos» deportivos, Lentini expresó que «muchos dicen que allí la pelota es más liviana pero no es así. Pesa lo mismo que en cualquier lado sólo que al haber menos resistencia del viento, toma mucha más velocidad que lo normal, a lo que hay que sumarle la pérdida de la dirección que el jugador le quiere dar».
Sabella (ex-técnico de la Selección Argentina de Fútbol) expresó que la idea del equipo será «jugar corto, estar juntos y ser más solidarios».
Además de las condiciones de hipoxia producidas por la baja presión y la radiación solar que aumenta a medida que vamos subiendo, la altura presenta otro problema para los entrenadores: el descenso de la temperatura. Este descenso se produce a razón de 1ºC por cada 150 metros y es responsable de la reducción de vapor de agua en el aire, lo cual vuelve propenso al deportista a caer en un estado de deshidratación gracias al aire más seco.
Cuando el cuerpo alcanza cerca de 2.100 metros sobre el nivel de mar, la saturación de la oxihemoglobina (oxígeno en sangre) comienza a disminuir drásticamente. Sin embargo, el cuerpo humano posee adaptaciones a corto y largo plazo que le permiten compensar, en forma parcial, la falta de oxígeno. Los atletas utilizan estas adaptaciones para mejorar su rendimiento.
No es tan extraño encontrarnos en estaciones de esquí por encima de los 3.000 metros. A esa altura la concentración de oxígeno es mucho menor que a nivel del mar (un 40% menos), por ello el cuerpo humano debe aumentar las inhalaciones para recibir el suficiente aporte de oxígeno. Aún así, es más precario que en situaciones normales. La falta de presión atmosférica a más de tres kilómetros de altura provoca que determinadas células del cerebro y de los pulmones puedan reventar ocasionando así una liberación de líquidos que pueden llenar esos órganos.
Síntomas:
Cefalea (dolor de cabeza). Es el síntoma más frecuente que suele ceder con el reposo y analgésicos.
Náuseas y vómitos. Favorecen la deshidratación. También puede surgir digestiones pesadas y aerofagia.
Anorexia. Pérdida del apetito.
Fatiga anormal. Con cansancio, debilidad e indiferencia. A veces difícil de distinguir del cansancio por esfuerzo.
Disnea. Dificultad respiratoria.
Insomnio. Respiración periódica, dificultad en la conciliación del sueño, despertares nocturnos, sensación de falta de aire.
A cualquier altura la atmósfera tiene un 20,93% de oxígeno. El problema no es la cantidad, sino la presión barométrica. A nivel del mar, dicha presión es de 760 mmHg, mientras que en la cima del Everest desciende a 250 mmHg. En otras palabras, el aire es más “liviano” y cuesta más trabajo meterlo en los pulmones.
Los efectos de la altitud comienzan a ser notorios a partir de los 1500 metros. Las respuestas inmediatas son: aumento de la respiración, del gasto cardíaco y de la distribución del flujo sanguíneo. Como es evidente, las principales repercusiones van a darse en el ámbito del sistema cardio – respiratorio. (Navarro, 1996)
Por encima de la altura mencionada, el valor máximo consumo de oxígeno (VO2 máx) comienza a descender en forma creciente. Esto da mayor protagonismo a las vías metabólicas anaeróbicas, con el consecuente aumento en la producción del ácido láctico.
Además de las condiciones de hipoxia producidas por la baja presión y la radiación solar que aumenta a medida que vamos subiendo, la altura presenta otro problema para los entrenadores: el descenso de la temperatura. Este descenso se produce a razón de 1ºC por cada 150 metros y es responsable de la reducción de vapor de agua en el aire, lo cual vuelve propenso al deportista a caer en un estado de deshidratación gracias al aire más seco.
La aclimatación es un fenómeno único para cada persona, y que se vive de manera distinta en función de la experiencia, el nivel de entrenamiento y el trabajo previo realizado a nivel del mar.
La mejor recomendación a la hora de jugar en la altura será, por lo tanto, realizar entrenamientos de alta intensidad de resistencia, con el propósito de incrementar el VO2 máx. (Willmore & Costill, 1996) Y como los efectos de la altura tardan al menos entre 6 y 12 horas en aparecer, nunca es mala elección planear el viaje en función del horario del partido.
Otro tema no poco importante es el tiempo que existe entre el descenso de jugar en la altura y el partido siguiente en el llano. Situación ésta que no muy tenida en cuenta por los científicos del deporte y del fútbol en particular.
iamkevinkennedy@hotmail.com
Buena tarde, una consulta si me puede orientar en mencionarme los efectos fisiológicos en el tiempo que existe entre el descenso de jugar en la altura y el partido siguiente en el llano. Saludos.