Home / Artículos / Deportistas Inteligentes

Deportistas Inteligentes

Pérez, Marcial. Mente deportiva: Entrenar el cerebro para extender los límites del rendimiento.

Las ciencias del cerebro aplicadas en alguna disciplina o ámbito social, con un modelo de intervención, consideran al deportista como el ejecutante de una serie de acciones que lo favorecerán en su rendimiento deportivo. Como objeto de estudio, el individuo aplicará consignas que lo lleven a mejorar sus capacidades cognitivas, emocionales y neuromotoras. El entrenador, en una buena decisión, le explicará el sentido que tiene tal o cual ejercitación, para producir una mayor valoración y compromiso del deportista ejecutante. El resultado de una tarea efectuada con compromiso será muy distinto de un modelo conductista de entrada-salida, que desconoce la transformación que ocurre dentro de su propio cuerpo. Y mucho mejores serán los resultados, si ese deportista desarrolla una matriz de entendimiento de su propia fisiología del comportamiento, de los aprendizajes y de los hábitos saludables recomendados. Potenciar la mente de un deportista es mucho más que enseñar prácticas de meditación, introducir hábitos o modificar creencias y pensamientos. En el entrenamiento y en la competencia, el deportista se encuentra con su soledad para sentir, pensar y tomar decisiones. Nadie, ni siquiera su coach mental podrán asistirlo. Será él con las valoraciones que haga del escenario, de sus objetivos y sus recursos mentales, quien elija entre un mundo de opciones. Según sea que haya o no logrado incorporar aprendizajes de los aspectos básicos de la fisiología de su propio aprendizaje, de la toma de decisiones, de sus respuestas emocionales alternativas y su impacto y de la manera en que la mente gestiona esas emociones, podrá ser un deportista verdaderamente inteligente. La inteligencia a la que me refiero excede el ámbito de las decisiones técnicas. Los deportistas inteligentes capturan las bases de ese conocimiento y desarrollan un entendimiento de las prácticas y su incidencia en la construcción de destrezas. Saben cómo gestionar sus emociones para asumir riesgos, soportan las presiones, se sobreponen a la frustración y afrontan la adversidad. Conocen las implicancias de lo emocional en lo motor, son capaces de desarrollar su automotivación en función al descubrimiento de expectativas de corto, mediano y largo plazo, comprenden el valor de la inteligencia colectiva, de la colaboración y de la tolerancia para alcanzar objetivos comunes e individuales, saben cómo mejorar la atención y la concentración a voluntad, desarrollan la autoconfianza, la autoestima y conocen el concepto de inteligencia incremental, entre los muchos recovecos del conocimiento del sistema nervioso con los que las neurociencias nos sorprenden. Un deportista inteligente conoce el manual de usuario del cerebro y lo aplica a su deporte con convicción. No se trata de formar expertos, sino de desarrollar un aprendizaje básico para que puedan recibir y valorar mejor las consignas de los modelos a implementar. Tampoco se pretende que manejen términos difíciles de recordar sin la repetición del especialista, sino solo que adquieran los términos más usualmente citados. Recordar innumerables y complejos nombres no es fácil. En todo caso, para lograrlo deberíamos recurrir a la repetición de estos o vincularlos a un acrónimo o a una imagen para poder registrarlos en nuestra memoria de largo plazo y poder evocarlos fácilmente para jugar con ellos en nuestra memoria operativa cuando intentamos comprender algún funcionamiento o comportamiento. En ocasiones, nos alcanza con decir que se activa “un área” en el cerebro cuando, por ejemplo, se registra un dolor emocional. ¿Para qué más? Sin embargo, hay muchas situaciones en las que el hecho de conocer su localización exacta en el cerebro, esto es, los “dónde”, nos permite comprender los “cómo”. Veamos algunos casos sobre esto. Cuando procesamos la semántica de palabras tales como “canela” o “vainilla” se activan, además de las áreas típicas del lenguaje, ciertas zonas cerebrales que intervienen en el procesamiento de los olores reales (corteza piriforme, amígdala). El cerebro asocia diferentes áreas para procesar un concepto. De la misma manera, cuando decimos “besar” se activan áreas corticales de procesamiento del rostro; o cuando decimos “patear”, se activan las áreas del pie. Son ejemplos claros en los que se evidencia que conocer su lugar de activación en el cerebro explica también el “cómo” se producen esos procesos mentales. Ahora sabemos que lo simbólico se arraiga en áreas específicas complementarias al mecanismo del habla o de la comprensión de la palabra. Nuestro cerebro es un gran equipo de trabajo y los deportistas inteligentes lo saben. Incrementar las habilidades debe ser visto como ese saber metacognitivo que lo ayudará a comprender sus sensaciones y a revertir situaciones adversas, confiando en la verdadera existencia de herramientas y en el modo de usarlas. Ya sea porque el objetivo es elevado o porque el rival es una barrera difícil de franquear, o porque la presión que otros ejercen para conseguir el éxito atemoriza, la mente tenderá a llevarnos hacia pensamientos negativos que buscan reducir la incertidumbre con certezas de ineficacia. La infelicidad es causada por lo que la mente cree que sucede, no por lo que realmente sucede. A menos que nos entrenemos para pensar diferente hasta lograr sentir diferente en situaciones de riesgo, esto no sucederá mágicamente. Algunos temperamentos que se manifiestan especial y naturalmente resilientes son capaces de tolerar la adversidad y la frustración, y alcanzan altísimos niveles competitivos. Sin embargo, este rasgo a veces innato también puede construirse deliberadamente, a través de la planificación de aprendizajes específicos, etapas con metas parciales, objetivos y acompañamiento. Esto es posible mediante la plasticidad neural o neuroplasticidad, esa propiedad del cerebro de grabar aprendizajes reconfigurando su mapa de conexiones neurales. En otras palabras, la flexibilidad para formar nuevas conexiones entre las neuronas. Es el registro cerebral de la adaptación a nuevos y crecientes desafíos, que constituye el sustrato de una transformación eficaz y perenne. Otras formas de neuroplasticidad se manifiestan, por ejemplo, en personas que pierden la visión, con una reasignación de las funciones de procesamiento visual a nuevas habilidades táctiles y auditivas. ¿Cómo puede ser que Ezref Armagan, ciego de nacimiento, sea capaz de pintar un océano que nunca vio? En realidad, su cerebro sí lo hizo. Usa la misma parte del cerebro que una persona que ve usaría, para pintar un cuadro. Las imágenes están vivas en su cuadro. Ser ciego no es vivir en la oscuridad, sino utilizar otros estímulos sensoriales, sumados a las construcciones mentales previas. Mike May perdió completamente la visión a los 3 años de edad. Creció sin la capacidad de interpretar formas, rostros o imágenes. Sin embargo, Mike logró ser un exitoso empresario y un destacado esquiador paralímpico, ostentando el récord mundial de velocidad de 100 kilómetros por hora, aproximadamente. No caben dudas de que Mike es una persona que ha reaprendido a percibir sin la vista, tomando elevados riesgos en su vida. Su cerebro se reorganizó para especializar otros sentidos y para una nueva manera de percibir, que potenciaran su toma de decisiones y su desempeño motor. Además, la neuroplasticidad es el principio por el cual podemos incrementar nuestra capacidad de percepción de estímulos relevantes, o evitar que el temor y la ira se apoderen de nosotros, o extender nuestro rendimiento físico a pesar del dolor que el esfuerzo ocasiona. Sí, todo esto es posible diseñando entrenamientos específicos que acompañen y complementen el desarrollo técnico, táctico y físico de un deportista, estructuras que también se alojarán en el cerebro. Más aún, no se trata de una construcción independiente de las otras, sino que se debe entender la importancia de arraigamientos conjuntos sobre las redes neurales de las memorias que alimenten las decisiones que determinan el comportamiento. Sin esa vinculación entre las estructuras técnicas, tácticas, físicas, cognitivas y emocionales, la evocación se dificultará y no llegará a ser una alternativa de decisión probable.

 

Pérez, Marcial. Mente deportiva: Entrenar el cerebro para extender los límites del rendimiento.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*

x

Check Also

Glosario futbolístico

CARÁCTER: condiciona el destino.CARGA: No es la carga en si lo que te lesiona, es la carga para la que no estás preparado.CLIMA: generar climas propicios para que nuestros jugadores estén motivados sean capaces de entender ...

Translate »
%d