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Cómo viven en la banca

En estos últimos días me he sorprendido de las diferentes conductas y posturas que asumen algunos Directores Técnicos en un partido de fútbol, en un juego. Estos comportamientos están generando aprobación, popularidad y apoyo de alguna parte de la prensa, algunos directivos y algunos aficionados. Dicen estar de acuerdo. Que de esta manera se debe manejar desde la zona técnica un equipo de fútbol. Que esa es la forma de “vivir” un juego. Por lo anterior podríamos pensar que hoy, hay gente “anormal” que es llamada Director Técnico, porque no encaja dentro de los que “viven” el fútbol desde esa función.
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Vivir en la banca. Qué nos quieren decir? Qué entendemos?

En estos últimos días me he sorprendido de las diferentes conductas y posturas que asumen algunos Directores Técnicos en un partido de fútbol, en un juego. Estos comportamientos están generando aprobación, popularidad y apoyo de alguna parte de la prensa, algunos directivos y algunos aficionados. Dicen estar de acuerdo. Que de esta manera se debe manejar desde la zona técnica un equipo de fútbol. Que esa es la forma de “vivir” un juego. Por lo anterior podríamos pensar que hoy, hay gente “anormal” que es llamada Director Técnico, porque no encaja dentro de los que “viven” el fútbol desde esa función.

Si hoy en la banca de un equipo de fútbol, el máximo responsable -el Director Técnico- no genera polémica, no grita como un loco, no está más de 90 minutos dando órdenes y haciendo indicaciones, no gesticula, no maltrata a sus jugadores, no maltrata al árbitro, no salta espectacularmente cuando su equipo hace un gol (sólo levanta los brazos), no pierde el control tirando al suelo gorras, sacos o pateando botellas, no le pega a una hielera o al techo de la banca, o le da un puntapié al aire, según sectores de la opinión pública, ESE DIRECTOR TÉCNICO ES UN “ANORMAL”. PORQUE SI NO HACE TODO ESTO, NO VIVE EL PARTIDO, NO TRANSMITE, NO LIDERA.

¿Realmente es así? ¿Qué pensamos de esos comportamientos?

Creo que el Director Técnico (el “anormal” de hoy en día) trabaja a su equipo durante los entrenamientos en la semana. Antes de jugarse un partido ya ha impartido las órdenes tácticas y estratégicas para enfrentar al rival de turno. Ya reclamó disciplina, imprimió coraje y garra, pidió entrega y lucha, estimuló el talento y la inspiración individual en beneficio de su equipo. Entonces sólo le queda realizar una charla previa, de repaso a lo ya trabajado, y una puesta a punto de los últimos detalles para que después en el campo y durante el juego se mantenga alerta para realizar ajustes y dar indicaciones referentes a las variantes que el desarrollo del juego permite.

Y, con equilibrio, tomar las mejores decisiones al hacer los cambios y los movimientos que crea convenientes. Por eso creo que no se vuelve loco durante un juego de fútbol. Ya hizo su trabajo, y sabe que en definitiva hoy y siempre deciden los futbolistas. Trabaja y trata de controlar hasta los momentos imprevistos e improbables que puedan aparecer en un partido de fútbol. SABE QUE ES UN JUEGO. Acepta la realidad Seguramente reconoce que quedará al margen de algunas situaciones propias de un juego que se desarrolla como tal. Con un personaje central llamado árbitro, que marca y aplica las reglas según su observación y criterio. Que debe ser respetado, que no es infalible, también es humano. Que acierta y se equivoca como él y sus jugadores, como su colega y jugadores rivales, como el público y la prensa. Y vive el partido sabiendo que así es, reconoce que es un juego.

Este Director Técnico no se vuelve loco porque el árbitro cobre algo en contra de su equipo, no tiene un ataque de ira porque su equipo se pueda quedar con 10 jugadores, no le da una patada a la banca si su goleador remata afuera una situación propicia ni se tira de los pelos cuando su mejor defensor falla y el rival anota. Eso es el juego, y él acepta jugarlo. Y así lo vive, como un juego. Visto desde adentro Es lógico que un futbolista no quiera mirar a la banca durante el partido y ver a su Director Técnico sentado y de piernas cruzadas, sin atinar nada. Estamos claros. Pero, ¿qué pensará un jugador si cada vez que mira a su banca -sea que hizo algo bueno o algo no tan bueno- ve a su jefe, a su conductor táctico, en una gran actuación teatral, pareciendo estar como para recibir tratamiento clínico, totalmente descontrolado y listo para ser atado.

Tal vez los jóvenes futbolistas se pongan nerviosos o sientan -¿por qué no?- algo de miedo al ver esas escenas. Pero creo que a un jugador ya de mayor experiencia, al observar el espectáculo ofrecido cada pocos minutos por su guía técnico-táctico, le puede dar bronca a veces, y en otros momentos hasta risa por verlo en tan ridículas formas. Cada uno vive la vida a su manera, y un partido de fútbol es parte de nuestra vida. Cada uno lo disfruta o lo sufre a su manera. Entonces, creo que el Director Técnico “anormal” de hoy, sabe que su equipo podrá ganar o perder el juego, y que lo ganará con su estilo, su condición de líder, su estabilidad, su trabajo y su forma segura y confiable de dirigir. O lo ganará su colega. Con su forma promocionada, aprobada y admirada por muchos, porque “ese sí que vive el partido”, con gestos, con gritos, actuación para las cámaras, poses para las fotos y algo más. En definitiva el fútbol da para que todos ganemos en algún momento y de cualquier manera. Pero esto de lo que escribo hoy no se trata de ganar o perder un partido de fútbol, se trata de una profesión. Y las profesiones tienen representantes fieles de diferentes líneas de comportamientos y conductas.

¿Qué clase de representantes de Directores Técnicos Profesionales queremos o aprobamos hoy?

Hay representaciones de profesionales estables, coherentes, también admirados, queridos y ganadores. No todo es un disparate En otros deportes profesionales vemos a figuras como el golfista Tigger Woods. Que no porque falló su último golpe en el hoyo final, sale a quebrar su palo de golf ni delante ni detrás de las cámaras. Observamos al tenista Roger Federer, que sabe que un árbitro se puede equivocar en una determinación al dar un punto decisivo, y no por eso rompe su raqueta contra el piso en señal de desaprobación. Y en el fútbol tenemos varios ejemplos de futbolistas maduros, estables y equilibrados. Kaká o Messi, por ejemplo, si en alguna ocasión rematan afuera y fallan una situación clara de gol, no agarran a patadas al poste más cercano o le reclaman al árbitro por su fallo. Saben que es parte, saben que puede ocurrir.

No por no hacer eso, no sienten o no viven el juego. Ellos son figuras en sus respectivos deportes. Son ejemplos, admirados ejemplos, ejemplos a seguir y copiar. Un ejemplo mas. Del director técnico italiano, del campeón mundial en Alemania 2006, ¿quién recuerda alguna postura teatral, algún reclamo airado o gesto de desaprobación contra alguien? ¿Qué recuerdos tenemos de su comportamiento en la banca? Él no trabajó para que recordaran sus actuaciones en la zona técnica, trabajó para su equipo. Eso fué lo que quedó estampado en el currículo y en la historia de Marcello Lippi. No quiero decirle a nadie cómo comportarse.

Estoy expresando mi opinión en un tema que está de moda y que hoy se “vive” de esa manera, pero…

¿Qué pasará mañana? ¿Dónde o cuándo va a parar? ¿En qué va a derivar? ¿Que futuro tiene este “estilo” de conducción (si le puedo llamar así)?

Debemos tener cuidado. No debemos confundir. Muchas veces vemos cómo son aprobadas conductas que se toman como muestras de energía, de liderazgo o don de mando, cuando en realidad son señales de inseguridad. Cuestión de triunfar Definitivamente, todos podemos ser ganadores desde la banca. Ganar un partido y hasta ganar un campeonato. Pero seguramente no habrá Director Técnico mas ganador que aquél que con el tiempo sea recordado entre los que fueron sus futbolistas por su conocimiento, su inteligencia y su personalidad para alcanzar el triunfo con su equipo dentro y fuera de la cancha. Será recordado cuando alguno de esos jugadores que tuvo en su momento pase a ser el conductor, el líder y el responsable de un equipo de fútbol y se dé cuenta que ser Director Técnico de Fútbol Profesional (así dicen los títulos de los profesionales que estudiaron la carrera) es representar dignamente una profesión, una institución, un grupo de personas-futbolistas, una familia, y lo mas destacable, representar por medio se su profesión, la cultura y la educación de un país.

Eduardo Méndez O. Director Técnico de Fútbol Profesional. Costa Rica, noviembre del 2007.

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