Quiere Celeste

TE LLEVO EN EL ALMA: RUBENS VALENZUELA El preparador físico del Tacuarembó de Uruguay viene seguido a ver a Temperley. ¿Por qué? Por los colores… GASTON MASTROLIA (1’53»)

Rubens Valenzuela nunca dudaría ante esa pregunta tan común en encuestas cholulas. ¿Un color? «Celeste», respondería seguro. Este hombre nacido en Durazno, Uruguay, es el preparador físico del Tacuarembó de la Primera División de su país. Eso no le impide ser hincha de otro club. Y decirlo. Rubens es del Wanderers de su localidad.
A los 17 años se mudó y comenzó a seguir a Wanderers de Montevideo. Había dos jugadores que lo enloquecían: uno se llamaba Enzo Francescoli (¿te suena?) y el otro, Richard Forlán.

Este último pasó a ser su ídolo al convertir un gol que clasificó a su equipo para la Libertadores. Forlán se vino a Temperley, club que actualmente compite en la Primera B. Valenzuela lo siguió. Y se enamoró del equipo argentino al ver la camiseta: es del mismo color que la de la selección uruguaya. Sí, celeste. «La primera vez que fui a Buenos Aires, mi papá me propuso ir a la cancha. »¿Querés ir a ver a Boca, a River o a San Lorenzo?», me preguntó. »A Temperley», le contesté. Mi viejo no entendía nada. Igual me acompañó a la cancha. Fuimos a Caballito a ver Ferro-Temperley.

En aquel equipo estaba Mariano Dalla Líbera. Me encantaba cómo jugaba. Lo curioso es que al Loco lo…». Pará, Rubens. No te entusiasmes. Dale un poco de emoción a tu historia. Dalla Líbera era un jugador que lo seducía, al que le hubiese pedido un autógrafo, con el que le daban ganas de conversar. Para hablar de Temperley, claro. Bueno, dale, seguí Valenzuela: «La cuestión es que con los años me hice preparador físico de fútbol. Trabajé en muchos equipos de mi país.

A fines de la década del 80, fui a trabajar a México. Y allí, en la temporada 89-90, tuve la suerte de entrenar a algunos argentinos. Como Daniel Pighín y …». Decilo, Rubens, decilo: «Mariano Dalla Líbera». Sí, el mismo al que aplaudía desde la tribuna. Valenzuela vino mucho a Buenos Aires en los últimos años. Para ver a Temperley y para observar entrenamientos. En su última visita intentó ver a Edgardo Prátola, con quien trabajó en el León de México en 1998: «Estábamos concentrados cuando me enteré de su muerte.

Lloré porque le tenía un aprecio muy grande. Fue emocionante el minuto de silencio que hicieron en todos los partidos. En aquella época tenía un problemita en la rodilla y me pasaba a buscar en su camioneta para ir al gimnasio. Cuando con el técnico presentamos la renuncia en León, él y Angel Comizzo hicieron gestiones con los directivos para que nos quedáramos». Quedate tranquilo, Rubens. El Ruso seguramente estará en paz en el cielo celeste. Sí, celeste.