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El nutricionista del Sevilla suministra a los jugadores una papilla en el descanso.

Un futbolista profesional es un bólido de fórmula 1 que muchas veces sale al circuito con el depósito medio vacío o con un carburante inadecuado. Y con frecuencia de un buen o mal rebase depende que alcance el podio. La comparación la hace el nutricionista del Sevilla, Antonio Escribano, encargado de que los jugadores no acaben cada partido con el depósito de energías agotado. En los descansos ha revolucionado el vestuario suministrando a sus jugadores una papilla que contiene todos los ingredientes de una comida – patata, arroz, pasta, verduras, frutas…-, con la que recupera en gran medida los niveles de glucógeno que necesitan los futbolistas para la segunda parte.
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(2008-05-20)

Un futbolista profesional es un bólido de fórmula 1 que muchas veces sale al circuito con el depósito medio vacío o con un carburante inadecuado. Y con frecuencia de un buen o mal rebase depende que alcance el podio. La comparación la hace el nutricionista del Sevilla, Antonio Escribano, encargado de que los jugadores no acaben cada partido con el depósito de energías agotado. En los descansos ha revolucionado el vestuario suministrando a sus jugadores una papilla que contiene todos los ingredientes de una comida – patata, arroz, pasta, verduras, frutas…-, con la que recupera en gran medida los niveles de glucógeno que necesitan los futbolistas para la segunda parte.

Desde que Escribano llegó al Sevilla, hace tres años, el equipo toca las nubes. El Murcia subió a Primera cuando se hizo cargo de la alimentación del equipo y ahora también lleva al Getafe. Antonio Escribano rechaza atribuirse un porcentaje de los goles logrados por el equipo, pero asume que detrás de las frecuentes ocasiones de gol que crea el conjunto de Juande Ramos está el secreto de una correcta alimentación.

«El gol depende de la suerte o del azar, pero la actitud de los futbolistas responde a su preparación y a su disponibilidad de recursos energéticos durante los 90 minutos de juego», sostiene el nutricionista. Un futbolista bien alimentado se ofrece para cada jugada y otro que no lo esté suele esconderse.

No va a desvelar el secreto de la alimentación que facilita a sus futbolistas, aunque niega estar en posesión de una pócima mágica. «La gente del deporte se empeña en buscar productos mágicos, cuando la solución la tenemos delante de las narices porque todo lo que necesita un deportista está en las patatas, la harina, las verduras, las legumbres o la fruta». Se queja Escribano de que no controla como quisiera la alimentación de los futbolistas porque los días en que no están concentrados sólo puede darles pautas, que por lo general cumplen.

Llegará un momento en el que los futbolistas tendrán que alimentarse todos los días en los comedores del club. El nutricionista cree que aún es pronto porque falta mentalidad para ello, pero llegará. Lo más llamativo del método de Escribano es la papilla que les suministra en los descansos. «Les preparo una comida completa, pero en papilla semilíquida para que no tengan que hacer la digestión mecánica. Los ingredientes están cocidos en distinto grado para que el estómago los mande al organismo de forma paulatina. Eso hace que no se agolpen, sino que estén disponibles dosificados a lo largo del segundo tiempo». Pero lo más llamativo no suele ser lo más importante.

Lo esencial en este caso es la alimentación del día anterior al partido y a lo largo de toda la semana, que busca restablecer los depósitos de combustible, especialmente el glucógeno almacenado en los músculos y en el hígado, que es el elemento que más emplean los futbolistas. Para ello, el nutricionista instituyó desde el primer día la cena de recuperación tras los partidos. Las croquetas son las protagonistas, hechas en hornos que fríen con aire caliente, sin aceite.

El día anterior a cada partido, los jugadores comen ensaladas y verduras muy picadas, pasta, arroz, patata y mucha fruta. Escribano es una pesadilla para los cocineros de los hoteles de concentración porque les dice hasta los centímetros que deben medir los trozos de tomate y el picado de las zanahorias de las ensaladas. Tienen que cocer los espaguetis en varias tandas, unos 10 minutos, otros 20 y otros 30, para que sean asimilados por el organismo en diferentes fases.

Escribano asegura que su misión no es la del médico, que equivaldría al mecánico de fórmula 1, sino la del diseñador o el encargado de equipar el vehículo para la carrera.

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