Ramón Urzaga inventó la jugada, en la cancha del puerto chileno de Talcahuano; con el cuerpo en el aire, de espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera. Pero esa acrobacia se llamo la chilena unos cuantos años después en 1972, cuando el club Colo-Colo viajó a Europa y el delantero David Arellano la exhibió en los estadios de España.
Los periodistas españoles celebraron el esplendor de la desconocida cabriola, y la bautizaron así porque de Chile había venido, como las fresas y la cueca. Después de varios goles volanderos, Arellano murió en aquel año, en el estadio de Valladolid, por un encontronazo fatal con un zaguero.
La Chilena
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