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Irak en plena guerra campeón de la Copa Asia

El técnico de la paz. El brasileño repasó cómo llevó a la selección de fútbol de Irak a ganar por primera vez la Copa de Asia.
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El técnico de la paz. El brasileño repasó cómo llevó a la selección de fútbol de Irak a ganar por primera vez la Copa de Asia.

En una charla con Olé.com.ar contó que, al principio, los jugadores no se hablaban y que estuvieron a un paso de no presentarse a jugar la final por temor a que hubieran atentados si el pueblo salía a las calles.

Cuando la pelota se manchó, ellos se quebraron. Lloraron. Tutearse con la gloria, unir a un país dividido, les había costado la vida a 50 personas. Se reunieron para decidir entre todos, cuerpo técnico y jugadores, qué hacían. Cómo seguían adelante.
Se preguntaron si valía la pena ganar la final. «Si ganamos la gente muere, si perdemos la gente muere», cuenta a Clarín.com Jorvan Vieira, el DT brasileño de la selección de fútbol de Irak, que se respondieron.

Sin embargo, la misma pantalla que transmitía las imágenes del horror, los convenció de que sí valía la pena levantar la Copa. Una madre que lloraba a su hijo muerto durante los festejos contaba lo feliz que estaba su chiquito por la Selección. «Fueron palabras muy fuertes para nosotros. Decidimos que teníamos que ganar esa final a cualquier precio para ofrecérsela a esa señora», recuerda Vieira.

Cuando el sábado el plantel regresó a Bagdad con la Copa de Asia, el pueblo los bautizó como héroes nacionales. Sin embargo, Jorvan debió conformarse con ver esa fiesta por televisión. «Tengo una gran tristeza de no estar ahí con ellos.
El primer ministro me dijo que sería mejor que no fuera. Ahora soy una persona muy querida para los iraquíes y tienen miedo de que me pase algo», comenta el recién distinguido como «Embajador Honorario de Irak».

Desde la habitación de un hotel en Amman, capital de Jordania, Vieira repasa la intimidad de un logro que ya se metió en la historia grande del fútbol.

-¿Cómo le ofrecieron ser el técnico de Irak? Fue un agente FIFA el que me invitó a entrenar al equipo de Irak para la Copa de Asia. He dirigido a varios equipos árabes y entonces el nombre empieza a crecer, la gente te conoce. Me dijo que iba a trabajar sólo dos meses. Le contesté que no importaba, porque lo que me interesaba era trabajar en la única competencia que me faltaba como entrenador (ver perfil). Y también porque tenía confianza en mi taco y sabía que podía hacer alguna cosa.

-¿Tuvo miedo de aceptar la propuesta de un país en guerra? No. Para mí fue una experiencia muy bonita y muy interesante. La gente tiene una idea muy diferente de cómo son los iraquíes. No son todos terroristas. Son personas que tienen corazón y dolor. Esta gente tiene más dolor que nosotros porque no es la primera guerra que enfrentan, sino la tercera.
Es un pueblo que tiene esas cicatrices en el corazón, un pueblo muy bonito que necesita nuestra comprensión para vivir en paz.

-¿Se entrenaban en Bagdad? No, no. En Bagdad es imposible entrenarse. Para eso teníamos que quedarnos en Ardil, una ciudad del norte del país que es segura. Entonces, para una mejor adaptación y preparación del equipo, propuse llevar las prácticas a Amman, Jordania, porque, además, antes de la Copa de Asia teníamos una competición preparatoria en ese país.

-¿Dónde jugaban los jugadores del plantel cuando los conoció? Tuve 23 chavales trabajando conmigo. De todos esos, 14 juegan afuera: en el Líbano, en Irán, en Libia, en Arabia Saudita, en Qatar, en Siria. Sólo 9 jugaban en Irak y 7 de ellos en el equipo olímpico (Sub 23).

-¿Cuál fue el primer objetivo que se planteó? Usted sabe que no hay entrenador en el mundo al que le guste perder. Yo tenía mis ambiciones, quería ganar. Tenía el sueño de salir campeón. Pero tenía que ver las condiciones del equipo, las condiciones de trabajo y después analizar si teníamos opciones. El objetivo que trazamos con los jugadores en la primera reunión fue llegar a las semifinales porque hacía 31 años (el mejor puesto de fue el cuarto lugar en 1976) que Irak no lo hacía. Teníamos ese objetivo preciso, además de ganar partidos para darle una alegría al pueblo iraquí.

-¿Cómo hizo para que pudieran convivir en un mismo equipo jugadores sunitas, shiítas y curdos? Al principio fue una situación muy difícil. De las 33 personas de la delegación todos habían perdido a alguien de su familia en la guerra. Era gente con dolor, entonces tenía que tener mucho cuidado para tratar esas situaciones. Porque es una guerra con gente de afuera y entre ellos. Había una división de sectas muy grande. Tenía hasta dos cristianos en el equipo. Muchos jugadores no se hablaban entre ellos. Las dos primeras semanas fueron muy difíciles.

-¿Y cuál fue el mensaje para que cambiaran la actitud?
Tenía que acostumbrarme a esa situación y prepararme para saber tratarla con más diplomacia y con cariño. Lo que hice fue hablar todos los días con ellos para intentar que comprendieran que así no íbamos a llegar a ningún lado y que así era mejor que cada uno se marchara a su casa. Les dije que iban a dejar al pueblo iraquí sin alegría. Cada vez que dos jugadores tenían un problema, me encerraba en la habitación con ellos y no me iba hasta que se ponían de acuerdo. De esa forma obtuve respeto. Así empezamos una mejor relación entre nosotros y hoy puedo asegurar con certeza que pude constituir una familia entre esos chicos.

-¿Se hablaba en la intimidad, en las cenas, en las habitaciones, sobre la guerra, los familiares perdidos o se intentaban no tocar el tema? Intentaba al máximo posible que todos se quedaran juntos, que no se quedaran solos en una habitación, como es común en el fútbol. Cuando acababa el entrenamiento, volvíamos al hotel a comer y después nos quedábamos todos una hora y media en una sala muy grande a jugar al Play Station, al billar. Si tenían que pelearse que lo hicieran por la Play Station, hasta el momento que se acostumbrasen uno con otro.

-¿Cuándo se convencieron que podían ganar la Copa? Después de ganar el segundo partido contra Australia (3 a 1). Para los jugadores fue el partido más importante de sus vidas en ese momento. Nos dejó la confianza de que podíamos llegar al objetivo porque le ganamos a un país fuerte, con tradición en Copas del Mundo y que había llegado para ser campeón. Con Omán (0 a 0) nos aseguramos seguir en la segunda fase. Con Vietnam (2 a 0 en cuartos) podríamos haber ganado 5 a 0. Después hicimos un gran partido con Corea del Sur (0 a 0) y lo ganamos por penales, pero no fue suerte porque merecíamos ganarlo. En la final con Arabia Saudita, el 1 a 0 no fue la realidad del partido que jugamos.

-¿Se iban enterando de los festejos en Irak y de los atentados que había por eso? Sí, el día de los atentados, después de la semifinal, fue muy difícil para nosotros. Lloramos todos, nos quedamos muy shockeados cuando vimos la televisión. Inclusive nos reunimos para pensar si valía la pena ganar la final: pensamos que si ganamos la gente muere, si perdemos la gente muere. Pero al día siguiente vimos la declaración de una señora que había perdido a su hijo en ese atentado y decía «yo sé que me hijo está muerto, pero el pueblo está contento. Yo sé que mi hijo hizo un sacrificio por Irak». Esas palabras fueron muy fuertes para nosotros y decidimos que teníamos que ganar la final a cualquier precio para ofrecérsela a esta señora. Y así lo hicimos en la ronda de prensa, después del partido (se emociona).

-¿Cómo fueron los festejos? Muy lindos. Festejamos en Dubai, en Jordania y ahora se marcharon a Irak. Estaba listo para ir y, una hora antes de salir, el primer ministro me dijo que sería mejor que no fuera. Ahora soy una persona que todos los iraquíes quieren y tienen miedo de que me pase algo. Me daban garantías del 50% y ahí me quedé con miedo. Tengo una familia y la misión está más que cumplida. Sin embargo, tengo mucha tristeza por no estar allá con ellos, pero con la situación que vive Irak ¿qué puedo hacer? Me hubiera gustado mucho ir, pero ellos me asustaron.

-¿Para que están ahora los jugadores de Irak? Tienen calidad, pero necesitan aprender muchas cosas, hacer un reciclaje de sus vidas para ser verdaderos profesionales. Es una cuestión de mentalidad, no podés ser profesional sólo porque firmaste un contrato. Necesitan un poco más de preparación.

-¿Usted tiene ganas de llevar a Irak al mundial? Me gustaría mucho continuar mi misión, pero no lo voy a hacer. He tenido muchos problemas con la gente de la Federación. La razón principal por la que me voy es por ellos. Yo cumplí con mi misión de la mejor manera posible, el pueblo iraquí me quiere mucho. Me llaman el «Héroe de Bagdad», el gobierno me dio el título de «Embajador honorario de Irak»…

-¿Recibió ofertas los últimos días? Muchas. Pero tengo los pies en la tierra. En los próximos días voy a tomar una decisión y veré a donde voy para intentar ganar alguna otra cosa.

Por Leo Bachanian, de la Redacción de Olé.COM.AR

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