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Islandia: el milagro más grande de la historia del fútbol


ISLANDIA: EL MILAGRO MÁS GRANDE DE LA HISTORIA DEL FÚTBOL.
Clarín.com.ar

Con apenas 331.000 habitantes, se convirtió en el país menos poblado en acceder a una Copa del Mundo. Las razones de un caso único.

La escena se repite, ahora, poco más de un año después del milagro inaugural, aquella mágica aventura en la Eurocopa de Francia, que finalizó en los cuartos de final, con todos abrazados a la épica de Islandia. No importa nada. Ni la disfonía posible ni el clima hostil ni la hora ni el después ni el día siguiente. No hay casi nadie en las casas bajas e impecables de la ciudad. Reikiavic, la capital, tiene sus calles copadas por gente que celebra como nunca antes. El epicentro es la plaza de Ingolfstorg, en eldowntown. Se abrazan, gritan, exhiben las banderas de su país.»Jaaaaaaaaa», se dicen unos a otros, bajo un cielo oscuro como casi siempre. Esa suerte de alarido es el modo más feliz de decir «sí» en islandés. Un «sí, otra vez». La expresión entusiasmada tiene una razón poderosa: Islandia venció 2-0 a Kosovo en el estadio Laugardalsvöllur y se clasificó por primera vez a un Mundial.

De fondo, en pleno festejo, se escucha -desde los lugares que siguen abiertos para acompañar la celebración- la voz preciosa y única de la cantante Bjork, la cara más visible de este territorio de ancestros vikingos. En el estadio, antes, la celebración se transforma en un rito para siempre, con los futbolistas en su ya típica comunión con los hinchas, con todos aplaudiendo a todos.
Así, este país de 331.000 habitantes -una isla bien al norte de Europa y del mundo, en pleno océano Atlántico- se convirtió en el menos poblado en acceder a la máxima cita (superó a Trinidad y Tobago cuando accedió al Mundial de Alemania 2006). Pensado en cifras del territorio de Maradona y de Messi: Islandia tiene menos habitantes que Florencio Varela y que Moreno ya penas una cuarta parte del Partido de La Matanza. El fútbol permite esas situaciones al menos por un rato.

Su clasificación resulta un asombro. O mucho más: el milagro más grande de la historia del fútbol. Los antecedentes contaban que era imposible que accediera a Francia 2016 y a Rusia 2018. Y contra las casas de apuestas, contra las opiniones, contra el mandato de la historia, Islandia dijo y dirá presente. En tres años pasó del puesto 132 en el ranking de la FIFA a jugar de modo consecutivo en las grandes competiciones.

Se trata de un caso que trascendió las fronteras de la isla y se hizo tema relevante en Europa y ahora por los rincones del mundo. ¿Cómo hacen estos tipos condenados al frío con menos de un centenar de superprofesionales, con un odontólogo, Heimir Hallgrimsson, como entrenador para animarse a matar a los gigantes? El periodista y escritor John Carlin -autor del libro El Factor Humano, que inspiró la películaInvictus, nominada a dos premios Oscar- ofreció una aproximación a las razones de este éxito, en el diario El País, de Madrid, en tiempos de la Eurocopa: «En primer lugar que Islandia es un país tan fanático del fútbol como cualquiera y, siendo una gente extremadamente práctica (no hay más remedio si uno pretende sobrevivir en un clima tan despiadado), han invertido en su fútbol base en los últimos diez años con eficiencia y pasión. Como consecuencia, han exportado jugadores a las primeras divisiones de Inglaterra, Italia, Alemania, Francia y Holanda. Si una vez tuvieron complejos frente a las grandes selecciones, ya no. Y encima les anima en el campo el amor que sienten por su remota isla y la feroz determinación de demostrar al mundo que serán pequeños pero eso no quiere decir que no sean matones. Y cuando su selección gana los isleños lo celebran no como una victoria contra las penurias de la vida, ni como el rabioso desahogo de un resentimiento existencial, sino como la guinda, la feliz guinda, de un rico pastel de helado». El fútbol late en Islandia. Late fuerte.

No es casualidad. El fútbol creció en las últimas dos décadas al amparo de políticas sociales en nombre de alejar a los adolescentes del fantasma de las adicciones. Como con los casos del patinaje o del tenis de mesa, se invitó a todos a practicar metódicamente el más popular de los deportes. Se crearon campos de juego cubiertos y se profesionalizaron entrenadores. Actualmente, Islandia ocupa el primer puesto de la clasificación europea respecto de adolescentes con «estilo de vida saludable».

Hubo un momento clave hace una década y un lustro: la llegada de un personaje que no aparece en televisión. Siggi Eyjólfsson, quien tras retirarse joven y sin gloria de su condición de futbolista, se asomó a la dirección formativa de la federación islandesa, la KSI. Ante la consulta de la revista Panenka, el hombre contestó: “Hay muchos países que tienen buenas instalaciones y clima adecuado para entrenar todo el año. Pero no vas a conseguir buenos jugadores solo porque tengas campos y sol: necesitas tener entrenadores bien preparados y futbolistas dispuestos a trabajar duro. Esto último siempre lo tuvimos; ahora tenemos todo lo demás”. La búsqueda de la formación, incluso más allá del resultado inmediato, ofrece ahora esta posibilidad. También, resulta un espejo de otras cuestiones. De un país que sabe de reconstrucciones, de proyectos a largo plazo, del respeto y del cuidado de lo público.

El periodista argentino Aarón Tenab estuvo en días recientes en Islandia. Quedó maravillado. Le cuenta a este diario que es increíble lo que han logrado «sólo si se mira desde afuera». Entiende que son especialistas en decisiones y en búsquedas colectivas, en asambleas públicas, en pluralidad. Hay sólo un motivo para la queja: «Es caro vivir. Un café o una cerveza te pueden costar 10 dólares». Pero también dice que compartir una celebración con esa gente no tiene precio.

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