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Los secretos de Tite, el entrenador que regreso a Brasil a la cima del fútbol.

Brasil volvió a ser Brasil.
La Canarinha se convirtió en la primera selección en clasificar a la Copa del Mundo de Rusia 2018 al golear 3-0 a Paraguay y sumar su octava victoria consecutiva, algo que nunca se había hecho.
Pensar que hace menos de un año este mismo equipo deambulaba en el sexto lugar de la tabla y corría el riesgo de romper su perfecto récord de ser la única selección en estar presente en todas las fases finales de los mundiales.
Ese Brasil, de la mano de Dunga, fue el mismo que había quedado eliminado en la primera fase de la Copa América Centenario en 2016 y que dos años antes, entonces dirigido por Luis Felipe Scolari, recibió la humillación más grande de toda su historia al caer 7-1 contra Alemania en su propio mundial.

Cómo Brasil pudo caer tan bajo en el fútbol: ¿es un mal terminal o proceso gradual?
La caída en barrena de la pentacampeona del mundo parecía no tener final cuando se produjo el punto de inflexión que transformó radicalmente el rumbo de la SELECCIÓN con el nombramiento de Adenor Leonardo Bacchi.

Popularmente conocido como Tite, el extécnico del Corinthians asumió las riendas con el objetivo de recuperar la alegría del país que convirtió en arte el juego del balón y su influencia ha sido vital para regresar a Brasil
El gigante sudamericano aparecerá en abril en el primer lugar en la clasificación que la FIFA publica mensualmente, posición que ocupó por última vez en 2006.
Pero ¿cómo pudo ocurrir un cambio tan radical en tan poco tiempo? ¿Qué ha hecho Tite para lograrlo?

Algunos de los puntos serían;

1. Trato con los jugadores
Su primer gran desafío fue recuperar la confianza de los jugadores que habían sido señalados por la debacle de Belo Horizonte.nos titular, pero el grupo con su presencia Apostando por el diálogo cara a cara, imprimió un ambiente diferente al vestuario, arropó a la llamada «generación maldita» y se ganó el respeto de los futbolistas que ahora se han convertido en sus mariscales en el campo.
A diferencia de lo que ocurría con Dunga, la nueva Brasil se divierte dentro y fuera del terreno de juego.

2. Dos más dos son cuatro
Tite no ha querido reinventar el fútbol ni enseñar a jugar a sus futbolistas, simplemente les explicó el sistema de juego que pretendía y para ello le dio una función a cada uno de ellos.
La diferencia es que en su dibujo 4-1-4-1 cada posición la ocupa un futbolista que desempeña la misma función, o un juego muy parecido, en su club. quor los jugadores.
Es el caso de los laterales (Fagner y Marcelo), de los defensas centrales (Miranda, Marquinhos o Thiago Silva), del ancla del centro del campo (Casemiro o Fernandinho), de los mediocampistas de largo recorrido (Paulinho y Renato Augusto) y del tridente de ataque (Neymar, Coutinho y Firmino/Gabriel Jesus).
«Puede que no parezca importante para algunos, pero cuando el tiempo de entrenamiento es un lujo del que no gozan las selecciones, esto puede marcar una diferencia significativa», le dijo a BBC Mundo Fernando Duarte, periodista especializado en deportes de BBC Brasil.

3. Todos para uno y uno para todos
Una de las medidas que implementó Tite desde el comienzo fue la rotación del brazalete de capitán, quitándole responsabilidad al rol y entregándosela a todo el grupo.
Eso le funcionó en el Corinthians y le está funcionando en la selección ya que no hay una sola figura a donde apuntar las críticas como fue con Thiago Silva en el mundial y después con Neymar en el segundo periodo de Dunga.
Daniel Alves, Fernandinho, Renqato Augusto, Filipe Luiz y hasta el mismo Neymar son algunos de los hombres que han portado orgullosos el brazalete.

4. Neymar
No fue difícil de entender para Tite que la reconstrucción de Brasil pasaba por reforzar el principal referente de su fútbol en los últimos años, Neymar.
El astro del Barcelona -ausente por lesión en la goleada de Alemania en 2014- reconoció esta misma semana que se encuentra en el mejor momento de su carrera y Tite tiene mucho que ver en eso.om
El técnico de 55 años lo apoyó para que liderara a Brasil en la conquista en los Juegos de Río 2016 de la única medalla de oro olímpica que ha conseguido en su historia y a partir de ahí delineó claramente sus responsabilidades en el campo.
«Neymar tiene que hacer menos cosas en el campo, pero eso significa que es capaz de hacer mucho más», explicó Duarte, agregando que se aprecia a un jugador mucho más feliz.
Desde la llegada de Tite, el número 10 de la Canarinha ha anotado seis goles y dado cinco asistencias, es decir, ha participado directamente en 11 de los 24 goles que ha anotado Brasil.

5. Los pies en la Tierra
Tite no trata a Brasil como el gigante del fútbol que ha sido a lo largo de la historia, sino como una selección que se encontraba a la deriva y que simplemente necesitaba corregir el rumbo.
Le ha dado un carácter más humano, ha reconciliado a los jugadores con las afición y nunca ha querido ver más allá del siguiente objetivo, que en su filosofía se trata del próximo partido.

De allí que al saber que había asegurado la clasificación a Rusia expresó un simple «Gracias, padre del cielo» y antes de pensar en la opciones de Brasil en el mundial lo que se propone es «consolidar el equipo» en los partidos que le quedan por jugar en las eliminatorias.
Cada vez con más frecuencia, aparecen entrenadores que recorren los mejores clubes del mundo y se interesan por aprender otros métodos de trabajo. Y aunque no es algo común en un fútbol insular como el brasileño, reticente a las ideas extranjeras, Adenor Leonardo Bacchi, mejor conocido como Tite, tiene una horma distinta a la de Dunga o Scolari. El actual DT de la selección brasileña, a diferencia de sus antecesores, es un técnico brillante, de mente abierta, que rompe con la matriz del típico estratega carioca. Su desembarco significó un quiebre en la tradición brasileña de repetir directores técnicos, y a su vez, la salvación de un equipo golpeado tras el Mundial 2014 y la Copa América Centenario 2016.

Brasil volvió a ser la selección más temible de Sudamérica, un mérito sostenido por años, dilapidado paulatinamente en la última década. Desde que asumió Tite, ganó siete partidos de Eliminatorias en fila, con 22 goles a favor y solamente dos en contra. La remontada en Montevideo le dio aún más solidez a su liderazgo en la tabla de posiciones. Quedó siete puntos por delante de Uruguay, su principal perseguidor. A falta de cinco partidos, tiene 10 unidades de margen sobre el repechaje. Está virtualmente clasificado a la próxima Copa del Mundo.


Tite charla con sus dirigidos durante un entrenamiento de Brasil (Reuters)

A los 55 años, Tite reafirma todo lo que había insinuado en Corinthians, donde mostró capacidad para ser uno de los mejores técnicos del continente. Pudo haber tomado las riendas del Scratch tras la destitución de Mano Menezes, en 2012, pero la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) se inclinó por Luiz Felipe Scolari, el timonel de los campeones del mundo del 2002. Sin una generación tan deslumbrante como la que encabezaban Cafú, Roberto Carlos, Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, y sin tener que jugar las Eliminatorias por estar clasificado como país anfitrión del Mundial, Felipão tuvo un ciclo mediocre y acabó pisoteado al perder 1-7 frente a Alemania en las semifinales del torneo.

Dunga se hizo cargo de la alicaído seleccionado brasileño, mientras Tite visitaba Madrid para entrevistarse con Carlo Ancelotti. Llevaba un año sin dirigir. Había ganado el Campeonato Brasileño 2011, la Copa Libertadores 2012 y posteriormente el Mundial de Clubes con el Timão, pero era catalogado como un técnico aburrido, de planteos austeros, generador de partidos cerrados y abusador del contraataque. Para sacarse esas etiquetas, decidió empaparse de los conocimientos del entrenador italiano, principalmente de sus trabajos ofensivos. Y cuando volvió al Corinthians, equipo con el que ganó nuevamente el Campeonato Brasileño 2015, demostró que era capaz de atacar con más fuerza y frecuencia, con más vértigo y presionar de forma más intensa. Sus equipos mantenían el equilibrio, pero ahora amenazaban, eran protagonistas y tenían más contacto con el balón.

Cuando el período de Dunga colapsó tras la eliminación en primera ronda en la Copa América Centenario 2016, agravando una crisis progresiva que parecía imparable, Tite tuvo su oportunidad. La obtención de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos 2016 fue una ráfaga de viento a favor y la base para la construcción de un nuevo equipo más joven y hambriento. Renovó la plantilla y le imprimó cuatro valores importantes: transparencia, democratización, excelencia y modernidad. No es casualidad que en sus primeros partidos, la capitanía haya pasado por Dani Alves, Miranda, Fernandinho, Renato Augusto y Neymar, una iniciativa que motivó el liderazgo colectivo.

En lo futbolístico, su 4-3-3, adaptable a un 4-1-4-1, es sólido atrás y peligroso adelante. El portero Alisson sólo encajó dos goles en ocho partidos. Marquinhos, joven central del PSG, es el líder de una primera línea integrada por Dani Alves, Miranda y Marcelo (o Filipe Luis). El mediocampo, con Fernandinho (o Casemiro), Renato Augusto y Paulinho, recupera y juega simple, está lejos del ‘jogo bonito’ pero es fiable. Neymar está revitalizado: en siete partidos con el nuevo seleccionador, suma cinco goles y seis asistencias. Junto a Willian y Coutinho, el encargado del desequilibrio y de abastecer a Firmino o Gabriel Jesús. Todos nombres que integran la reforma de fútbol brasileño bajo un proyecto con síntomas de planificación a largo plazo.

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